YouTube Me Puso Bozal por Burlarme de la Frida Kahlo Falsificada de Nueva York

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Por: El Compadre de Zacoalco Que No Se Arrodilla Ni Ante Algoritmos

Todo comenzó inocentemente: pan con café, video random de política gringa, y de repente ¡pum! Me topo con una señora que hablaba como si estuviera en pleno casting para interpretar a Juana de Arco… pero en versión TikTok.

Se llama Alexandria Ocasio-Cortez, alias AOC, una congresista gringa que parece más preocupada por su imagen de mártir revolucionaria que por cualquier reforma real.

Para los que no están familiarizados con el zoológico político del otro lado del charco, ahí va:

¿Quién es esta tal AOC?

Una diputada del Congreso de EE.UU. que representa una parte del Bronx donde hay más humo que árboles y más slogans que soluciones. Es puertorriqueña de sangre, neoyorquina de acento, y revolucionaria de pasarela. Se hizo famosa por gritarle a Wall Street desde Instagram y por usar frases rebuscadas como si las hubiera sacado de una galleta de la suerte marxista.

Habla de justicia como si fuera superpoder, de equidad como si vendiera perfumes, y de opresión como si ella hubiera trabajado en maquila en Guadalajara en vez de servir cocteles antes de ser famosa. Básicamente, es la Frida Kahlo del marketing político, con menos talento y más filtros de Instagram.

Se viste como si estuviera en un homenaje a sí misma, y pronuncia cada palabra como si estuviera lanzando conjuros contra el capitalismo, mientras cobra su cheque del gobierno y da entrevistas en revistas de moda.

El Pecado: Opinar con Estilo

Después de escuchar medio minuto de su monólogo de autoadoración, me nació un comentario. Uno bueno. Uno con filo. Uno que no insulta, pero que te deja pensando si quieres hielo para el ardor:

“Esta vieja se cree Frida Kahlo en plena gira presidencial, pero ni para Doña Florinda le alcanza. Aquella al menos sabía dar cachetadas con clase… esta nomás da pena ajena…”

¡Zas! Aplausos internos. Sonrisa de satisfacción. Lo escribí con estilo, con precisión quirúrgica. Sin groserías, sin odio, pero con esa picardía con la que uno creció viendo a Capulina, La India María y mi tía Chela que no tenía pelos en la lengua.

Les dejo el video, porque ver pa’ creer… y carcajearse también.

Y Entonces… El comentario ¡Desapareció!

Un día después, el comentario ya no aparecía. Me metí desde otra cuenta, desde otro navegador, hasta desde el teléfono del vecino: nada. Solo yo lo podía ver. ¡El famoso shadowban! Una forma elegante de decir “te censuramos, pero sin decírtelo”.

Como si YouTube fuera tu suegra pasivo-agresiva: te ignora, pero con una sonrisa.

¿Qué es el shadowban? Es la cobardía digital con corbata

No te dicen que lo borraron. No te dan razones. Solo te hacen creer que todo está bien, mientras te esconden como mugre debajo del tapete.

Y todo por un comentario que ni grosero fue. Sarcástico, sí. Mordaz, claro. Pero más educado que muchos debates del Senado.

Mientras tanto, YouTube deja que proliferen videos de teorías delirantes, amenazas directas, retos donde la gente se parte los dientes, y mil formas creativas de desinformar… pero lo mío, lo mío, ¡uy no! Eso sí hay que esconderlo.

¿Por qué? Porque no encajo en el molde gringo del “chiste aprobado”

YouTube y su club de algoritmos mojigatos prefieren discursos fabricados, risas enlatadas y opiniones que no incomoden a nadie. Pero yo no nací para decir lo que suena bonito. Yo nací para decir la verdad con sabor.

Y la verdad es que AOC no es Frida Kahlo. Es una copia barata. Es como cuando compras mole en polvo pensando que sabrá como el de tu abuela y termina sabiendo a yeso con canela. Pura pose, cero sustancia.

La Ironía Tóxica

AOC se vende como la defensora de los sin voz, pero en cuanto alguien como yo usa esa voz para decirle una verdad incómoda, el sistema entero se voltea para silenciarme.

Y YouTube, la plataforma que presume “darle voz al mundo”, es la primera en ponerme bozal cuando mi voz no embona con su ideología de cartón reciclado.

Libertad de expresión, pero solo si estás dentro del margen que ellos deciden. Porque al parecer, opinar con humor y crítica ahora es peor que promover teorías antivacunas.

Pero ¿saben qué? Que se traguen su algoritmo.

Aquí estoy, escribiendo en Zacoalconet.com, donde no me calla ni Zuckerberg, ni Google, ni una congresista con complejo de Virgen de Guadalupe metida a influencer socialista.

Aquí la palabra no se censura. Aquí no hay sombra digital que valga. Aquí lo que arde, se publica.

Así que si tú, lector querido, te han escondido un comentario, un post, una opinión… no te quedes callado. Escríbelo. Publícalo. Grita desde la loma más alta del internet libre, aunque sea tu blog con tres visitas diarias. Porque eso, eso, tiene más valor que mil likes comprados.


Postdata con cachetada elegante:
Doña Florinda, tú sí sabías poner orden. Sin TikToks. Sin discursos. Solo con mirada firme y una buena cachetada. AOC, aprende mija. Que el respeto no se impone con discursos, sino con dignidad. Y eso, ni con todo tu marketing político lo puedes fingir.

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